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Manuel d'encodage



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Incunable (Séville, 1494). (Z).
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque. (J).
Ms. II/215 de la Biblioteca Real (G).
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial. (Q).
Ms. 482/2 de la Bibliothèque de la Rosenbach Foundation. (U).

Texte

Inc/901 (1494)


⁋Capiítulo.iij. en que demueſstra
en qual edad ſson los mancebos
de acoſstũunbrar alas armas alas
obras de batalla:  por quales ſse
ñales ſse pueden conoſscer los om
bres peleadores buenos lidia
dores.


To do eſste capiítulo eſsta en dos
t concluſsiones. La primera eſs
que los mancebos: mayor
mente los que ſson para las
armas: de ſsu moçedad ſsõon de acostũunbrar
al vſso de las armas. E eſsto por tres ra
zones. La primera pone Vegecio en el
libro de la cauvalleria. E es eſsta: que aque
llas coſsas que començamos de nueſstra
moçedad:ſsiempre las amamos toma
mos plazer cõonellas. E porende en ſsu mo
cedad deuven ſser acoſstumbrados los mãan
cebos que han de ſser cauvalleros al vſso
de la cauvalleria. Onde ſsi el rey quiere fa
zer ſsus cibdadanos buenos lidiadores
E ſsi los qere fazer bien aparejados para
lidiar: conuviene anticipar el tiempo del
lidiar:  no lo dexar paſsſsar. Ca ſsegund
que dize Vegecio : mejor coſsa es que los
mançebos tomen ante el tiempo para li
diar: que no que ſse duelan que el tienpo
les ſsea paſsſsado. La ſsegunda razon es:
porque el arte del lidiar es muy fuerte
muy grauve de aprender. Ca ſsi quier ſse
an los lidiadores peones:ſsi quier cauva
lleros: a auventura ſse meten en la lid ſsy no
ſsaben el arte del lidiar. La.iij.razõon eſs: por[fol. ]

que muchas cautelas ſson meneſster en las
lides en las batallas: las quales deuven
ſser aprendidas ante que vengan al mene
ſster de las armas o ala neceſsſsydad del li
diar. Ca muy grand locura es: que eſstõon
ce aprenda el ome el arte del lidiar quan
do viene el meneſster de la lid:  quãando la
vida de los om̃es ſse põone a peligro de mu
erte. E por ende los lidiadoreſs de ſsu mo
cedad ſse deuven poner al arte al vſso de
las armas: por que ayãan eſspacio de apren
der todas aquellas coſsas que ſson meneſs
ter para la lid. E por ende todo rey o to
do priíncipe que ha de auver guerras de
ue vſsar ſsienpre ſsus vaſsallos a obras de
batallas de cauvalleria.

Quãanto ala
segũunda concluſsion conuviene de notar : que
por tres maneras de ſseñales ſse pueden
conoſscer los buenos lidiadores segũund que
tres coſsas ſson meneſster para la lid. La
primera es que ellos ſsean muy oſsadoſs
de grãandes coraçones. E las ſseñales pa
ra los conoſscer ſson dos. La primera eſs:
ſsi hãan los ojos bien biuvos bien deſspier
tos. La ſsegunda es:ſsy han la ceruiz bien
derecha que no ſsean corcobados muy
inclina dos fazia tierra.ca por eſstas dos
coſsas segũund que dize vegeçlo ſse conoſscen
los omes oſsados de grades coraçoneſs
La segunda coſsa es:ſsi los omes ſson fu
ertes duros de cuerpo: E las ſseñales
para conoſscer los ſson treſs. La primera
es:ſsi han las carnes duras. La ſsegũunda
ſsi han loſs neruios muy eſspeſsſsos rezioſs.
La tercera:ſsi han los muſs los los bra
ços muy rezios muy fuertes. ca segũund
que dize el ph̉o en el octauvo de las politi
cas la arte del lidiar la ſsciencia de las
letras han menefter cõontrarias maneras
contrarias cõondiciones en los cuerpos.
Ca los ſsotiles para aprender las ſscien
cias:ſson aquellos que han las carnes mu
elles blandas ſsegund que dize el ph̉o
en el ſsegundo del alma.mas todo el con
trario es eñlen el arte del lidiar. Ca los que[col. B]
hãan las carnes duras los neruios eſspeſs
ſsos los braços rezios aquellos ſson me
jores para el arte del lidiar. La tercera
coſsa que es meneſster para la lid: es que loſs
omes que ſson mas ſsemejantes alas be
ftias lidiadoras ſson mejores para la lid
que los que ſsemejan alas beſstias teme
roſsas. E las ſseñales para los conoſscer
ſson dos. La primera es auver grãandes mien
bros. La ſsegunda: auver los pechos an
chos: aſsſsy como los canes:  los oſsſsos:
que ſson bestias brauvas muy lidiadoras
E aſsſsi los om̃es que les semejãan eneſstas
coſsas ſson mejores para lid: que non los
que no han eſstas codicioneſs.

Onde por
eſstas ſsiete condiciones: que ſson ſser los õon
bres bien deſspiertos:  muy derechos en
los eſspinazos:  en las ceruizes:  bien du
ros en las carnes:  bien eſspeſsſsos loſs ner
uios:  muy duros los muſslos: ſsi han
luengos braços:  muy rezios:  anchoſs
pechos eſspeſsſsos: pueden los reyes loſs
priíncipes eſscojer los buenos lidiadores


Mas aquií conuviene de notar: que aſsſsy
como eſstas condiciones ſsobre dichas ſsõon
meneſster quanto alos cuerpos: aſsſsy les
ſson meneſster otras ſsiete quanto alas co
ſstumbres alas almas. La primera eſs
que no ſsean luxurioſsos: ni carnaleſs. Ca
eſstos tales no ſson buenos para las ar
mas:ſsegund que de ſsuſso ꝓuamos:  por
muchos exenplos. La segunda es: que no
ſsean garganteros: ni comedores. Ca eſs
tos tales quando no han complimiento
lu ego falleſscen. Ca ſson tales como los
milanos:  los cueruos: que quando no
fallan carniça: todos andan deſsalados
Onde conuviene les de ſser muy abſstinen
tes muy ſsofridores de fambres de ſsed
Seguud que a delante puaremos. La
tercera es: que no ſsean delicados : ni ſse
eran tener vicioſsos. Ca el tiempo de las
guerras no es para vicios: ni para deli
camientos: segund que dize Vegecio : 
prueuva en el libro de la cauvalleria: que eſstoſs[fol. ]


tales valen mas para mugeres: que pa
ra la lid. La quarta es: que no ſsean cobdi
cioſsos. Ca ſsi por auventura en la lid ouvi
eſsſsen cobdicia de algos poder los y an
engañar los enemigos: echando les al
go a que ſse abaxaſsſsen en que ſse ocupaſsſs en:
aſsſsi podrian ſser vencidos perder loſs
cuerpos los algos. La quinta es: que
no ſsean robadores ni mal fechoreſs. Ca
las malfetrias los roboſs: mucho enbar
gan las manos. E a eſstos tales cõon
de loſs dDios:ſsegũund que dize el Sabio en los
prouverbios. La ſseſsta es: que no ſseãan pelea
dores: ni mueuvan entre ſsi rieſsgos ni con
tiendas. Ca por eſsta razon ſse podria deſs
baratar toda la hueſste.⁊ eſsto eſs meñſster
tan bien en tiempo de paz: como en tien
po de guerra. Ca toda cibdad todo
reyno ſse deſsfaze por diſscordias: ſsegund
que dize nueſstro ſseñor en el euvangelio.
Om̃e regnũun in ſseipſsũun diuviſsũun: deſsolabitur.
La ſsetena es: que no ſsean los lidiadores
preſsumtuoſsos en acometer las batallaſs
Ca muchos fueron por eſsto vencidos:
porque no guardaron: en como: ni en qual
tiempo auviãan de acometer ſsus enemigos
E porende todos deuven ſser muy obedi
entes al priíncipe: o al cabdillo.

E el prin
cipe deuve ſser muy ordenado en todas eſs
tas coſsaſs muy ſsabio: en manera que pue
da a todos los lidiadores ordenar tra
er a eſstas maneraſs. Onde dize Policra
to en el quinto libro alos doze capitꝉos.
Que de ligero ſse puede vencer la hueſste
que no ha eſstas condiciones ſsobre dichas
Ca por qualeſsquier dellas pueden ſser
vencidos ſsus enemigos. E pone allií en
xemplo en los Romanos: que aſsſsi fue
ron acostũunbrados eneſstas ſsobre dichas
condiciones: que por eſsſso ſsoijuzgaron a
todo el mundo a ſsu ſseñorio.⁊ quãando laſs
perdieron: luego fueron vencidos . E
deſsto cuenta Valerio en el ſsegundo li
bro al tercero capiítulo. Que Cornelio
cipion: priíncipe Romano: quando fue[col. B]
embiado a conquerir a Eſspaña: en a
quel punto que entro:  llego a la hue
ſste: fizo pregonar: que todas aquellas
coſsas que podrian ſser a deleyte de los
cuerpos:  a vicio de los ombres: fue
ſsſsen luego echadas de la hueſste. E eſstõon
ces fallo y muchos garçones muchoſs
ombres baldios ſsin pro ninguno:  to
dos los echo de la hueſste. Otroſsy fa
llo y muchas mugeres: todas las mãan
do echar de ſsu compañia. Aſsſsy que fue
ron luego echadas dende mas de dos
mill malas mugeres. E eſstonçes ellos
fincaron muy eſsforçados. Ca aſsſsy co
mo ante eſstauvan todos muy temeroſsos
con miedo de muerte: aſsſsy cobraron fu
erça coraçones:  tomaron con ſsigo vir
tudes:  a cometieron a aquellos fuer
tes muchos enemigos:  vencierõon los
todos: quemaron encendieron vi
llas lugares fuertes:  ſsubiuzgaron
a toda Eſspaña: la que ſse ante rebellauva
muy fuerte mente muy rezia mente con
tra ellos. E aqueſsto fue cauſsa: que el o
uieſsſse victoria: por el buen regimiento
gouvernamiento que ponia en todas
ſsus gentes reales: faziendo que todos
fueſsſsen muy bien apueſstos muy bien
armados:  animauva los mucho en la
guerra : Por que mucho eſsfuerça los co
raçones el capitan: quando en el punto
de la batalla les dize trae buenas ra
zones enxemplos de algunos ſsingu
lares varones: que mucho ouvieſsſsen bien
batallado conquerido. De quien a
rriba ya poſsimos aſsſsaz notableſs dichoſs
enxemplos.
Ms. 2097 (< 19 août 1434)

ca°capítulo iij° do muestra en quál hedat son los mançebos de acostunbrar alas armas e alas obras de batalla, e por quáles señales se pueden conoçer los omes peleadores e buenos lidiadores.

T odo este capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos e mayor mente los que son para las armas, de su moçedat son de acostunbrar al vso delas armas. E esto por tres razones. La primera pone Vegecio enel libro dela cauallería, e es ésta: que aquellas cosas que comencamos de nuestra moçedat[fol. 393r] sienpre las amamos, e tomamos plazer enellas. E por ende, de su moçedat deuen ser acostunbrados los manébos que han de ser caualleros a uso de cauallería. Onde si el Rey quiere fazer sus çibdadanos16 buenos lidiadores, e silos quiere fazer bien aparejados para lidiar, deue antiçipar el tienpo del lidiar e non lo dexar passar. Ca segunt que dize Vegeçio , mejor cosa es que los mançebos tomen ante el tienpo para lidiar, que non que se duelan que el tienpo les sea passado. La ij° razón es por que el arte del lidiar es muy fuerte e muy graue de aprender. Ca si quier sean los lidiadores peones, si quier caualleros, a auentura se meten enla lid, si non saben el arte del lidiar. La iii° razón es por que muchas cabtelas son menester enlas lides e enlas batallas, las quales deuen ser apren[col. B] didas ante que vengan al menester delas armas, o ala neçesidat del lidiar. Ca muy grant locura es que entonçe aprenda el omne el arte del lidiar, quando viene al menester de la lid, e quando la vida delos omnes se pone a peligro de muerte. E por ende, los lidiadores de su moçedat se deuen poner al arte e al uso delas armas por que ayan espaçio de aprender todas aquellas cosas que son menester para lid. E por ende, todo rey o todo prínçipe que ha de auer guerras deue usar sienpre sus vassallos a obras de batallas e de cauallería.
Quanto a la segunda conclusión, conuiene de notar que por tres maneras de señales se pueden conoçer los buenos lidiadores, segunt que tres cosas son menester para la lid. La primera es que ellos sean muy osados e de grandes coraçones: e las señales para los conoçer son dos. La primera es si han los ojos bien biuos e bien despiertos. La segunda es si han la çeruiz bien derecha e non son coruados nin inclinados faza [sic] tierra,[fol. 393v] ca por estas dos cosas, segunt que dize Vegeçio , se conoçen los omes osados e de grandes coraçones. La ii° cosa es si los omes son fuertes e duros de cuerpo, e las señales para conoçer los son tres. La primera es si han las carnes duras; la ii°, si han los neruios muy espessos e rezios. La terçera, si han los muslos e los braços muy rezios, e muy fuertes. Ca segunt que dize el philósopho enel viij° de las Políticas, la arte del lidiar, e la çiençia de las letras han menester contrarias maneras, e contrarias condiciones enlos cuerpos. Ca lo subtiles para prender las sçiençias son aquéllos que han las carnes muelles e blandas, segunt que dize el philósopho en el ij° del Alma; mas todo el contrario es enel arte del lidiar. Ca los que han las carnes duras e los neruios espessos, e los[col. B] braços rezios, aquéllos son mejores para el arte del lidiar. La iij° cosa que es menester para la lit es que los omnes que son más semejantes alas bestias lidiadores son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas, e las señales para los conoçer son dos. La primera es auer grandes mienbros, e la segunda es auer los pechos anchos, así commo los canes e los osos que son bestias brauas e muy lidiadoras. E así los omes que los semejan en estas cosas son mejores para lid, que non los que non han estas condiçiones.
Onde por estas siete condiçiones que son ser los omes bien despiertos, e muy derechos enlos espinazos e enlas çeruizes, e bien duros enlas carnes e bien espessos los neruios, e muy duros los mulos [sic] , e si han luengos braços e muy rezios e anchos pechos e espessos,[fol. 394r]pueden los Reyes e los príncipes escojer los buenos lidiadores.
Mas aquí conuiene de notar que así commo estas condiçiones sobredichas les son menester quanto alos cuerpos, así les son menester otras siete quanto alas costunbres e alas almas. La primera es que non sean luxuriosos, nin carnales. Ca estos tales non son buenos para las armas, segunt que de sus prouamos, e por muchos enxemplos. La ij° es que non sean garganteros nin comedores: ca estos tales, quando non han conplimiento de viandas, luego falleçen, ca son tales commo los milanos e los cueruos, que quando non fallan carniça, todos andan desolados. Onde conuieneles de ser muy astinentes e muy sofridores de fanbres e de sedes, segunt que adelante prouaremos. [col. B] La iii° es que non sean delicados, nin se quieran tener viçiosos. Ca el tienpo de las guerras non es para viçio nin par delicamientos, segunt que dize Vejeçio. E prueva enel libro dela cauallería, que estos tales valen más para mugeres que para la lid. La iiij° es que non sean codiçiosos, ca si por auentura enla lid ouiessen codiçia de algos, poder los ýan engañar los enemigos, echándoles algo a que se abaxasen, e en que se ocupassen, e así podrían ser vençidos e perder los cuerpos e los algos. La quinta es que non sean Robadores nin malfechores, ca las malfetrías e los robos mucho enbargan las manos, e a éstos tales conprehende los dios, segunt que dize el sabio enlos Prouerbios. La vj° es que non sean peleadores nin mueuan entresí riesgos nin contiendas, ca por esta razón se podría desbaratar toda hueste, e esto es[fol. 394v]menester tan bien en tienpo de paz, commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat o todo regno se deffaze por discordia, segunt que dize monseñor enel Euangelio. La vij° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer las batallas, ca muchos fueron por esto vençidos, por que non guardaron en cómmo nin en quál tienpo auían de acometer sus enemigos. E por ende, todos deuen ser muy obedientos al prínçipe o al caudillo.
E el prínçipe deue ser muy ordenado en todas estas cosas, e muy sabio en manera que pueda a todos los lidiadores ordenar e traer a estas maneras. Onde dize Polícrato enel li°libro xij° capítulo, que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobre dichas, ca por qualesquier dellas pueden ser vençidos sus enemigos, e pone allí enx°enxenplo enlos[col. B]Romanos, que así fueron acostunbrados enestas sobredichas condiçiones, que por esso subjugaron a todo el mundo a su señorío, e quando las perdieron, luego fueron vençidos. E desto cuenta Valerio enel ij° li°libro iij° ca°capítulo, que Cornelio Çipión, prínçipe romano, quando fue enbiado a conquerir a españa, en aquél punto que entró e llegó ala hueste, fizo pregonar que todas aquellas cosas que podrían ser adeleyte delos cuerpos, e a viçios delos omes fuessen luego enchadas dela hueste. E entonçes falló ý muchos garçones e muchos omes baldíos e sin pro ninguno, e todos los echó dela hueste. Otrosí falló ý muchas malas mugeres, e todas las mandó echar de su conpañía: así que fueron echadas dende más de dos mill malas mugeres. E entonçes los que fincaron fueron efforçados, e asý commo ante estauan todos muy temerosos, con miedo de muerte,[fol. 395r]así cobraron fuerça e coraçones, e tomaron consigo virtudes, e acometieron a aquéllos fuertes e muchos enemigos, e vençiéron los, e quemaron e ençendieron villas e logares fuertes, e subjugaron a toda España, la que ante rebellaua muy fuerte mente contra ellos.
Ms. II/215 ()

Capítulo iii°, do muestra en quál edat so n los mancebos de acostunbrar a las armas e a las obras de batalla, e por quáles señales se pueden cognosçer los omnes peleadores e buenos lidiadores.

tT odo este capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos, e mayormente los que son para las armas, de su mocedat son de acostunbrar al uso de las armas; et esto por tres rrazones. La primera pone Vegeçio en el libro de la cavallería. Et es ésta, que aquéllas cosas que començan los de nuestra moçedat sienpre las amamos, e tomamos plazer con ellas. Et por ende, en su moçedat deven ser acostunbrados los mançebos que an de ser cavalleros al uso de cavallería. Onde si el Rey[fol. 413r]quiere fazer sus çibdadanos buenos lidiadores, et si los quiere fazer bien aparejados para lidiar, conviene antiçipar el tienpo del lidiar, e non los dex a r pasar. Ca segund que dize Vegeçio , mejor cosa es que los mançebos tomen ante el tienpo para lidiar que non que se duelan que el tienpo les sea pasado. La ii° razón es por que el arte del lidiar es muy fuerte e muy grave de aprender. Ca si quier sean los lidiadores peones, si quier cavalleros, a aventura se meten en la lid, sy non saben el arte del lidiar. La iii° razón es por que muchas cabtelas son menester en las lides e en las batallas, las quales deven ser aprendidas ante que vengan al menester de las armas, o a la nesçesidat del lidiar. Ca muy grant locura es que estonçe aprenda el omne el arte del lidiar quando viene el menester de la lid; et quando la vida de los omnes se pone a peligro de muerte. Et por ende, los lidiadores de su moçedat se deven poner al arte e al uso de las armas, por que ayan espaçio de aprender todas aquellas cosas que son menester para la lyd. Et[col. B]por ende, todo Rey o todo prínçipe que ha de aver guerras deve usar sienpre sus vasallos a obras de batalla e de cavallería.
Quanto a la ii° conclusión, conviene de notar que por tres maneras de señales se pueden conosçer los buenos lidiadores, segund que tres cosas son menester para la lid. La primera es que ellos sean muy osados e de grandes coraçones: e las señales para los conosçer son dos. La primera es si an los ojos bien bivos e bien despiertos. La ii° es si an la çerviz bien derecha, e que non sean corcobados nin inclinados fazia tierra. Ca por estas dos cosas, segund que dize Vegeçio , se conosçen los omnes osados e de grandes coraçones. La ii° cosa es si los omnes son fuertes e duros de cuerpo, e las señales para conosçerlos son tres. La primera es sy an las carnes duras. La ii°, si an los nervios muy espesos e rezios. La iii°, sy an los muslos e los braços muy rezios e muy fuertes. Ca segund que dize el philósopho en el ochavo de las Políticas, la arte del lidiar et la çiençia de las letras an menester contrarias maneras, e contrarias condiçiones en los cuerpos. Ca los sotiles para aprender las[fol. 413v]çiençias son aquellos que an las carnes muelles e blandas, segund que dize el philósopho en el ii° del alma, mas todo el contrario en el arte del lidiar. Ca los que an las carnes duras e los nervios espesos e los braços rezios, aquéllos son mejores para el arte del lidiar. La iii° cosa que es menester para la lid es que los omnes que son más semejantes a las bestias lidiadores son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas. Et las señales para los conosçer son dos. La prymera es aver grandes mienbros. Et la ii°, aver los pechos anchos, así commo los caanes [sic] e los osos, que son bestias bravas e muy lidiadoras. Et asý los omnes que les semejan en estas cosas son mejores para lid que non los que non an estas condiçiones.
Onde por estas siete condiçiones que son ser los omnes bien despiertos, e muy derechos en los espinazos, e en las cervizes, e bien duros en las carnes, et bien espesos los nervios e muy duros los muslos, e si han luengos braços e muy rezios e anchos pe[col. B]chos e espesos, pueden los Reyes e los prínçipes escogerlos buenos lidiadores.
Mas aquí conviene de notar que asý commo estas condiçiones sobredichas les son menester quanto a los cuerpos, así les son menester otras siete, quanto a las costunbres e a las armas. La primera es que non sean luxuriosos, nin carnales. Ca estos tales non son buenos para las armas, segund que de sus provamos, et por muchos enxenplos. La ii° es que non sean garganteros, nin comedores. Ca estos tales, quando non an conplimiento de viandas, luego fallesçen. Ca son tales como los milanos e los cuervos que quando non fallan carniça, todos andan desalados. Onde convieneles de ser muy astinentes e muy sofridores de fanbres e de sedes, segund que adelante provaremos. La iii° es que non sean delicados nin se quieran tener viciosos. Ca el tienpo e las guerras non es para viçios nin para delicamientos, segund que dize Vegeçio : e prueva en el libro de la cavallería, que estos tales valen más para mugeres que para la lid. La iiii° es que non sean cobdiçiosos. Ca sy por[fol. 414r]aventura en la lid oviese cobdiçia de algos, poder los ýan engañar los enemigos, echándoles algo a que se abaxasen, e en que se ocupasen, e así podrían ser vençidos, e perder los cuerpos e los algos. La es que non sean robadores tiranos, nin mal fechores. Ca las mal fetrías e los Robos mucho enbargan las manos, e a estos tales conprehendelos Dios, segund que dize el sabio en los proverbios. La vi° es que non sean peleadores nin buelvan entre ellos griesgos nin contiendas, ca por esta razón se podría desbaratar toda hueste. Et esto es menester tan bien en tienpo de paz commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat e todo Regno se desfaze por discordias, segunt que dize nuestro señor en el Evangelio36. La vii° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer las batallas: ca muchos fueron por esto vençidos, por que non guardaron cómmo nin en quál tienpo avían de acometer sus ene[col. B]migos. Et por ende, todos deven ser muy obedientes al prínçipe o al cabdillo.
Et el prínçipe deve ser muy ordenado en todas estas cosas, e muy sabio en manera que pueda a todos los lidiadores ordenar e traer a estas maneras. Onde dize Polícrato en el quinto libro a los xii capítulos que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobredichas. Ca por quáles quier dellas pueden ser vençidos sus enemigos. Et pone allí enxenplo en los romanos, que así fueron acostunbrados en las sobredichas condiçiones que por eso sujudgavan a todo el mundo a su señorío. E quando las perdieron, luego fueron vençidos. Et desto cuenta Valerio en el ii° libro, al iii° capítulo, que Cornelio Çipión, prínçipe Romano, quando fue enbíado a conquerir a España, en aquél punto que entró e allegó a la hueste, fizo pregonar que todas aquellas cosas que podríen ser a deleyte de los cuerpos e a viçio de los omnes fuesen luego echadas de la hueste. Et estonçe falló ý muchos garçones e muchos[fol. 414v]omnes baldíos e syn pro ninguno, e todos los echó de la hueste. Otrosí falló ý muchas mugeres: todas las mandó echar de su conpañía, así que fueron luego echadas dende más de dol mill malas mugeres. Et estonçe ellos fincaron muy eforçados: ca commo ante estavan todos muy temerosos, con miedo de muerte, así cobraron fuerça e coraçones, e tomaron consigo virtudes, e acometieron aquellos fuertes e muchos enemigos, e vençiéronlos, e quemaron e ençendieron villas e lugares fuertes, e sujudgaron a toda España, la que ante rebellava muy fuertemente contra ellos.
Ms. K.I.5 (< XVIè siècle)

Capítulo iii, do muestra en quál hedat son los mançebos de costunbrar a las armas e a las obras de batalla, e por quáles señales se pueden conosçer los buenos lidiadores.

e n el iii° capítulo, do muestra en quál hedat son los mançebos de acostunbrar a las armas et a las obras de batalla, e por quáles señales se pueden conosçer los buenos lidiadores, conviene de notar que todo este capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos, mayormente los que son para las armas, de su moçedat son de acostunbrar a l uso de las armas: e esto por tres rrazones. La primera por Vejeçio en el libro de la cavallería, es ésta: que aquellas cosas que començamos de nuestra moçedat, sienpre las amamos, e tomamos plazer conellas. E por ende, de su moçedat deven ser acostunbrados los mançerbos que han de ser cavalleros a bso de cavallería; onde el que quisiere fazer buenos sus çibdadanos, e los quisiere fazer aparejados para lidiar, deve anteçipar el tienpo del lidiar, e non lo dexar pasar: e segunt que dize Vejeçio, mejor cosa es que los mançebos tomen ante el tienpo para lidiar, que non se duelan quel tienpo les sea pasado. La segunda rrazón es por quel arte del lidiar es muy fuerte e muy grave de aprender. Ca si quier sean los lidiadores peones, si quier cavalleros de abertura e se meten en la lid, si non saben el arte del lydiar,[col. B]pueden se perder. La iii° razón es que muchas cautelas son de menester en las lydes e en las batallas: las quales deven ser aprendidas ante que venga el menester de las armas, o la neçesidat del lidiar. Ca muy grant locura es que entonçe aprenda el omne el arte del lidiar, quando biene el menester de la lid, e quando la vida de los omnes se pone a peligro de muerte, e por ende, los lidiadores de su moçeda¿ d?43 se deven poner al arte e al uso de las armas, por que ayan espaçio de aprender todas las cosas que s on menester para la lid. Et por ende, todo rrey o todo prínçipe que han de aver guerra deven usar sienpre sus vasallos a obras de batallas e de cavallería.
Quanto a la segunda conclusión, conviene de notar que tres maneras de señales se pueden conosçer los buenos lidiadores, segunt que tres cosas son menester para la lid. La primera es que ellos sean muy osados e de grandes coraçones: e las señales para los conosçer son dos. La primera es si han los ojos bien bivos e bien despiertos. La segunda es si han la çerviz bien derecha, e non son enclinados nin encorvados fazia tierra: ca por estas dos cosas, segunt que dize Vejeçio, se conoçe los omnes osados e de grandes coraçones. La segunda cosa es si los omnes son fuertes e duros de cuerpos: las señales para conosçer los son tres. La primera es si han las caras duras; la segunda es si han los nervios muy espersos e muy rrezios. La terçera es si han los muslos e los braços muy rrezios e muy fuertes, ca segunt que dize el filósofo en el viii° de las Políticas, la arte del lidiar e la çiençia de las letras han menester contrarias maneras e contrarias condiçiones en los cuerpos: ca los sçotiles para aprender las çiençias son aquellos que han las carnes muelles e blandas, segunt que dize el filósofo en el segundo del alma: mas todo el contrario es en la arte del lidiar, en los que han las carnes rrezias e los mienbros espesos e los braços rrezios: aquéllos son menester para la arte del lidiar. La terçera cosa que es menester para la lid, que los omnes que son más semejantes a las bestias lidiadoras son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas. E las señales para los connoçer son dos. La primera es aver grandes mienbros, e la segunda, aver los pechos anchos, así commo los han los leones e los osos, que son bestias bravas e muy lidiadoras. E así, los omes que les semejan en estas cosas son mejores para la lid que los que non han estas condiçiones
Onde por estas siete condiçiones, que son ser los omnes bien espiertos e muy derechos en los espinazos e en la çerviz, et bien duros en las carnes e bien espesos en los mienbros e muy duros en los muslos, e si han duros los braços e muy rrezios e ancos e los pechos espesos, pueden los rreyes e los prínçipes escoger buenos lidiadores.
Mas aquí conviene de notar que así commo estas cosas sobre dichas les son menester quanto a los cuerpos, así les son menester otras siete quanto a las costunbres e quanto a las almas. La primera es que non sean mucho loxuriosos nin carnales, ca estos tales non son buenos para las armas, segunt que de suso44 provamos por dichas rrazones por muchos exenplos. Lo segundo es que non sean garganteros nin comedores: ca estos tales quando non han conplimiento de viandas, luego falleçen, que son talescommo los milanos e commo los cuervos, que quando non fallan carniça, todos andan desalados: onde conviéneles de ser muy abstynentes e muy sofridores de fanbres e de sed, segunt que[fol. ]adelante provaremos. Lo iii° es que non sean delicados, nin se quieran tener viçiosos: ca el tienpo de las guerras non es para viçios, nin para deleytamiento, segunt que dize Vegeçio. E prueva en el libro de la cavallería que estos tales non valen más que mugeres para lid. La iiii° es que non sean cobdiçiosos, ca si por abentura en la lid oviesen cobdiçia de algos, poder los yan engañar en que se ocupasen; e así podrían ser bençidos e perder los cuerpos e los algos. La v°, que non sean rrobadores nin mal fechores, ca las mal fetrías e los rrobos mucho enbargan las manos, et a estos tales conprehendelos Dios, segunt que dize el Sabio en los Proverbios.La vi°, que non sean peleadores, nin muevan entre griesgos e contiendas. Ca por esta rrazón se podría desbaratar toda hueste: e esto es menester tan bien en tienpo de paz, commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat e todo rreyno se faze por discordias, segunt que dize nuestro señor Jesú Cristo en el Evangelio. La vii° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer sus enemigos: e por ende, todos deven ser muy obedientes al prínçipe o al cabdillo.
E el prínçipe deve ser ordenado en todas estas cosas, e muy sabio en manera que pueda todos los lidiadores ordenar, e traer a estas maneras. Onde dize Polícrato en el libro, capítulo xii, que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobre dichas: ca por qual quier dellas pueden ser vençidos de sus enemigos. Et pone allí exenplo en los rromanos, que así fueron acostunbrados en estas sobredichas condiçiones, que por eso sobjudgaron a todo el mundo a su señorío: e quando las perdieron, luego fueron vençidos. Et desto cuenta Valerio en el ii° libro, cap° iii, que Cornelio Çipión, prínçipe rromano, quando fue enbiado a conquerir a España, en aquel punto que llegó a la hueste fizo pregonar que todas aquellas cosas que podían ser a deleyte de los cuerpos e a biçio de los omnes fuesen luego echadas de la hueste: entonçe falló ý muchos garçones e muchos omnes baldíos syn pro ninguno, e todos los echó de la hueste. Otrosí falló ý muchas malas mugeres, e todas las mandó echar de su conpaña: así que fueron echadas dende más de dos mill personas de malas mugeres: entonçe fueron muy efforçados: así commo de ante estavan muy temerosos por miedo de muerte, así cobraron fuerça e coraçones, e tomaron consigo virtudes, e acometieron aquellos fuertes a muchos enemigos: e vençieronlos, e quemaron e ençendieron villas, e lugares fuertes: e sobjudgaron a toda España, la qual ante rrevelava muy fuerte mente contra ellos.
Q3822890 Fiche non existante. À créer Ms. 482/2 (< XVè siècle)

Capítulo iii°, do muestra en quál hedat son los mançebos de acostunbrar a las armas e a las obras dellas, e por quáles señales se pueden conosçer los buenos lidiadores.

Saber devedes que todos esta capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos, mayor mente los que son para armas, de su moçedat son de acostunbrar al uso de las armas, es esto por tres razones. La primera pone Vegeçio en el libro de la cavallería, e es esta: que aquellas cosas que començamos de nuestra moçedat sienpre las amamos, e tomamos plazer con ellas. E por ende, su moçedat deven de ser acostunbrados los mançebos, que han de ser cavalleros a uso de cavallería. Onde sy el rey quisiere fazer sus çibdadanos buenos lidiadores, e sy los quiere dazer bien aparejados para lidiar, deve antiçipar el tienpo de lidiar, e non lo dexar pasar. Ca segund que dize Vegeçio , mejor cosa es que los mançebos tome el tienpo ante para lidiar, que non que se duelan que el tienpo sea pasado. La ii° razón es por quel el arte de lidiar es muy fuerte e muy grave de aprender, ca quier sean los lidiadores peones, sy quier cavalleros, a aventura se meten en la lid sy non saben el arte de lidiar. La iii° razón es por que muchas cabtelas son menester en las lides e en las batallas, las quales deven ser aprendidas antes que venga el menester de las armas, e la neçesydat de lidiar. E muy grave locura es que estonçe aprenda el omne el arte de lidiar quando viene el menester de la lid, e quando la vida de los omnes se poner a peligro de muerte; e por ende los lidiadores de su moçedaX se deven poner al arte e al uso de las armas, por que ayan espaçio de a[col. B]prender todas aquellas cosas que son menester para lidiar. E por ende, todo rey o todo prínçipe que ha de aver guerras dever usar syenpre sus vasallos a obras de batallas e de cavallería.
Quanto a la segunda conclusión, conviene de notar que por tres maneras de señales se deven conosçer los buenos lidiadores, segund que tres cosas son menester para la lid. La primera, que ellos sean muy osados e de grandes coraçones, e las señales para los conosçer son dos. La primera es sy han dos ojos bien bivuos e bien despiertos. La ii°, sy han las çerviz bien derecha, e non son corvados nin ynclinados fazia tierra: e por estas dos cosas, segund que dize Vegeçio , se conosçen los omnes osados, e de grandes coraçones. La ii° cosa es sy los omnes son fuertes e duros de cuerpos, e las señales para conoçerlos son tres. La primera es: sy las carnes han duras. La ii°, sy han los niervos muy espesos, e la iii° sy han los muslos e los braços muy rezios e muy fuertes. Ca segund que dize el philósopho en el viii° de las Políticas, la arte de lidiar e la çiençia de las letras han menester contrarias maneras e contrarias condiçiones en los cuerpos, ca los sótiles para aprender las sçiençias son aquellos que han las carnes muelles e blandas, segund que dize el poeta en el segundo del alma; mas todo el contrario es en el arte del lidiar. Ca los que han las carnes duras e los nerviuos espesos e los bracos rezios, aquellos son mejores para la arte del lidiar. La iii° cosa es que es menester para la lid el que los omnes que son más semejantes a las bestias lidiadores, son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas. E las señales para los conosçer son dos. La primera es aver grandes mienbros. La ii°, aver los pechos anchos, ansý commo los han los leones e los osos, que son bestias bravas e muy lidiadores. E asý los omnes que les semejan en estas cosas son mejores para la lid que los que non han estas condiçiones.
Onde por estas syete condiçiones que son los omnes bien despiertos e muy derechos en los espinazos e en las çervizes e bien duros en las carnes e bien espesos en los nervios e muy duros en los muslos e sy an luengos braços e muy rezios e anchos pechos e espesos, pueden los reyes e los prinçipes escoger los buenos lidiadores.
Mas aquí conviene de notar que asý commo estas condiçiones sobre dichas les son menester quanto[fol. ]a los cuerpos, asý les son menester otras syete quanto a las costunbres, e quanto a las almas. La primera es que non sean luxuriosos, nin carnales, ca estos tales non son buenos para las armas, segund que de suso provamos por muchas razones, e por otros enxenplos. La ii° es que non sean garganteros, nin comedores, ca estos tales quando non han conplimiento de viandas, luego falleçen, ca son tales commo los milanos e los cuervos, que quando non fallan qué comer, todos andan desalados. Onde conviéneles de ser muy abstinentes e muy sofridores de fanbres e de sedes, segund que adelante provaremos. La iii° es que non sean delicados, nin se quieran tener viçiosos, ca el tienpo de las guerras non es para viçios, nin para delicamientos, segund que dize Vegeçio : e prueva en el primero libro de las cavallerías, que estos tales non valen mas que mugeres para la lid. La iiii° razón es que non sean cobdiçiosos, ca sy por aventura en la lid oviesen cobdiçia de algos, podríanlos engañar los enemigos, enchándoles algo en que se abaxasen, en que se ocupasen e asý podrían ser vençidos, e perder los cuerpos e los algos. La v°, que non sean robadores, nin mal fechores, ca las mas fetrías e los robos mucho enbargan las manos, e a estos tales conprehéndelos Dios, segund que dize el sabio en los Proverbios. La vi° es que non sean peleadores nin muevan entre riesgo nin contiendas, ca por esta razçon se podría desbaratar toda hueste, e todo es menester tanbién en tienpo de paz commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat e todo reyno se desfaze por discordias, segund que dize nuestro Señor en el Evangelio. La vii° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer las batallas, ca mucho fueron por esto vençidos, por que non se guardaron en cómmo e en quál tienpo avían de acometer sus enemigos. E por ende, todos deven ser muy obedientes al prínçipe o al cabdillo.
El prínçipe deve ser muy ordenado en todas estas cosas, e muy sabios en manera que puedan todos los lidiadores ordenar e traer a estas maneras. Onde dizen el Polícrato en el libro, xii° capítulo, que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobredichas, ca por qual quier dellas pueden ser vençidos de sus enemigos. E pone allí enxenplo en los Romanos, que asý fueron acostunbrados en estas[col. B]condiçiones sobredichas, que por esto sojudgaron a todo el mundo a su señorío, e quando las perdieron, luego fueron vençidos. E desto cuenta Valerio en el segundo libro, capítulo iii°, que Cornelio Çipión, prínçipe romano, quando fue enbiado a conquerir a España, en qual punto entró y llegó a la hueste, y fizo pregonar que todas aquellas cosas que podían ser a deleyte de los cuerpos e a viçio de los omnes, que fuesen luego echados de la hueste, e estonçes falló ý muchos garçones e muchos omnes baldíos, e syn pro ninguno, e todos los echó de la hueste. E otrosý falló ý muchas malas mugeres, e todas las mandó echar de su conpaña: asý que fueron luego echados dende más de dos mill malas mugeres: estonçes los que fincaron fueron muy esforçados, ca asý commo ante estavan todos muy temerosos, con miedo de muerte, asý cobraron esfuerço e coraçones, e tomaron consygo virtudes, e cometieron aquellos fuertes e muchos enemigos, e vençieronlos, e quemaronlos, e ençendieron villas, e lugares fuertes, e sojudgaron a toda España, la que ante revellava muy fuertemente contra ellos.
Ms. 332/131 (XVème siècle)
Apparat:

Variance

Incunable (Séville, 1494).

To do eſste capiítulo eſsta en dos
t concluſsiones. La primera eſs
que los mancebos: mayor
mente los que ſson para las
armas: de ſsu moçedad ſsõon de acostũunbrar
al vſso de las armas. E eſsto por tres ra
zones. La primera pone Vegecio en el
libro de la cauvalleria. E es eſsta: que aque
llas coſsas que començamos de nueſstra
moçedad:ſsiempre las amamos toma
mos plazer cõonellas. E porende en ſsu mo
cedad deuven ſser acoſstumbrados los mãan
cebos que han de ſser cauvalleros al vſso
de la cauvalleria. Onde ſsi el rey quiere fa
zer ſsus cibdadanos buenos lidiadores
E ſsi los qere fazer bien aparejados para
lidiar: conuviene anticipar el tiempo del
lidiar:  no lo dexar paſsſsar. Ca ſsegund
que dize Vegecio : mejor coſsa es que los
mançebos tomen ante el tiempo para li
diar: que no que ſse duelan que el tienpo
les ſsea paſsſsado. La ſsegunda razon es:
porque el arte del lidiar es muy fuerte
muy grauve de aprender. Ca ſsi quier ſse
an los lidiadores peones:ſsi quier cauva
lleros: a auventura ſse meten en la lid ſsy no
ſsaben el arte del lidiar. La.iij.razõon eſs: por[fol. ]

que muchas cautelas ſson meneſster en las
lides en las batallas: las quales deuven
ſser aprendidas ante que vengan al mene
ſster de las armas o ala neceſsſsydad del li
diar. Ca muy grand locura es: que eſstõon
ce aprenda el ome el arte del lidiar quan
do viene el meneſster de la lid:  quãando la
vida de los om̃es ſse põone a peligro de mu
erte. E por ende los lidiadoreſs de ſsu mo
cedad ſse deuven poner al arte al vſso de
las armas: por que ayãan eſspacio de apren
der todas aquellas coſsas que ſson meneſs
ter para la lid. E por ende todo rey o to
do priíncipe que ha de auver guerras de
ue vſsar ſsienpre ſsus vaſsallos a obras de
batallas de cauvalleria.
Incunable (Séville, 1494).
Quãanto ala
segũunda concluſsion conuviene de notar : que
por tres maneras de ſseñales ſse pueden
conoſscer los buenos lidiadores segũund que
tres coſsas ſson meneſster para la lid. La
primera es que ellos ſsean muy oſsadoſs
de grãandes coraçones. E las ſseñales pa
ra los conoſscer ſson dos. La primera eſs:
ſsi hãan los ojos bien biuvos bien deſspier
tos. La ſsegunda es:ſsy han la ceruiz bien
derecha que no ſsean corcobados muy
inclina dos fazia tierra.ca por eſstas dos
coſsas segũund que dize vegeçlo ſse conoſscen
los omes oſsados de grades coraçoneſs
La segunda coſsa es:ſsi los omes ſson fu
ertes duros de cuerpo: E las ſseñales
para conoſscer los ſson treſs. La primera
es:ſsi han las carnes duras. La ſsegũunda
ſsi han loſs neruios muy eſspeſsſsos rezioſs.
La tercera:ſsi han los muſs los los bra
ços muy rezios muy fuertes. ca segũund
que dize el ph̉o en el octauvo de las politi
cas la arte del lidiar la ſsciencia de las
letras han menefter cõontrarias maneras
contrarias cõondiciones en los cuerpos.
Ca los ſsotiles para aprender las ſscien
cias:ſson aquellos que han las carnes mu
elles blandas ſsegund que dize el ph̉o
en el ſsegundo del alma.mas todo el con
trario es eñlen el arte del lidiar. Ca los que[col. B]
hãan las carnes duras los neruios eſspeſs
ſsos los braços rezios aquellos ſson me
jores para el arte del lidiar. La tercera
coſsa que es meneſster para la lid: es que loſs
omes que ſson mas ſsemejantes alas be
ftias lidiadoras ſson mejores para la lid
que los que ſsemejan alas beſstias teme
roſsas. E las ſseñales para los conoſscer
ſson dos. La primera es auver grãandes mien
bros. La ſsegunda: auver los pechos an
chos: aſsſsy como los canes:  los oſsſsos:
que ſson bestias brauvas muy lidiadoras
E aſsſsi los om̃es que les semejãan eneſstas
coſsas ſson mejores para lid: que non los
que no han eſstas codicioneſs.
Incunable (Séville, 1494).
Onde por
eſstas ſsiete condiciones: que ſson ſser los õon
bres bien deſspiertos:  muy derechos en
los eſspinazos:  en las ceruizes:  bien du
ros en las carnes:  bien eſspeſsſsos loſs ner
uios:  muy duros los muſslos: ſsi han
luengos braços:  muy rezios:  anchoſs
pechos eſspeſsſsos: pueden los reyes loſs
priíncipes eſscojer los buenos lidiadores
Incunable (Séville, 1494).

Mas aquií conuviene de notar: que aſsſsy
como eſstas condiciones ſsobre dichas ſsõon
meneſster quanto alos cuerpos: aſsſsy les
ſson meneſster otras ſsiete quanto alas co
ſstumbres alas almas. La primera eſs
que no ſsean luxurioſsos: ni carnaleſs. Ca
eſstos tales no ſson buenos para las ar
mas:ſsegund que de ſsuſso ꝓuamos:  por
muchos exenplos. La segunda es: que no
ſsean garganteros: ni comedores. Ca eſs
tos tales quando no han complimiento
lu ego falleſscen. Ca ſson tales como los
milanos:  los cueruos: que quando no
fallan carniça: todos andan deſsalados
Onde conuviene les de ſser muy abſstinen
tes muy ſsofridores de fambres de ſsed
Seguud que a delante puaremos. La
tercera es: que no ſsean delicados : ni ſse
eran tener vicioſsos. Ca el tiempo de las
guerras no es para vicios: ni para deli
camientos: segund que dize Vegecio : 
prueuva en el libro de la cauvalleria: que eſstoſs[fol. ]


tales valen mas para mugeres: que pa
ra la lid. La quarta es: que no ſsean cobdi
cioſsos. Ca ſsi por auventura en la lid ouvi
eſsſsen cobdicia de algos poder los y an
engañar los enemigos: echando les al
go a que ſse abaxaſsſsen en que ſse ocupaſsſs en:
aſsſsi podrian ſser vencidos perder loſs
cuerpos los algos. La quinta es: que
no ſsean robadores ni mal fechoreſs. Ca
las malfetrias los roboſs: mucho enbar
gan las manos. E a eſstos tales cõon
de loſs dDios:ſsegũund que dize el Sabio en los
prouverbios. La ſseſsta es: que no ſseãan pelea
dores: ni mueuvan entre ſsi rieſsgos ni con
tiendas. Ca por eſsta razon ſse podria deſs
baratar toda la hueſste.⁊ eſsto eſs meñſster
tan bien en tiempo de paz: como en tien
po de guerra. Ca toda cibdad todo
reyno ſse deſsfaze por diſscordias: ſsegund
que dize nueſstro ſseñor en el euvangelio.
Om̃e regnũun in ſseipſsũun diuviſsũun: deſsolabitur.
La ſsetena es: que no ſsean los lidiadores
preſsumtuoſsos en acometer las batallaſs
Ca muchos fueron por eſsto vencidos:
porque no guardaron: en como: ni en qual
tiempo auviãan de acometer ſsus enemigos
E porende todos deuven ſser muy obedi
entes al priíncipe: o al cabdillo.
Incunable (Séville, 1494).
E el prin
cipe deuve ſser muy ordenado en todas eſs
tas coſsaſs muy ſsabio: en manera que pue
da a todos los lidiadores ordenar tra
er a eſstas maneraſs. Onde dize Policra
to en el quinto libro alos doze capitꝉos.
Que de ligero ſse puede vencer la hueſste
que no ha eſstas condiciones ſsobre dichas
Ca por qualeſsquier dellas pueden ſser
vencidos ſsus enemigos. E pone allií en
xemplo en los Romanos: que aſsſsi fue
ron acostũunbrados eneſstas ſsobre dichas
condiciones: que por eſsſso ſsoijuzgaron a
todo el mundo a ſsu ſseñorio.⁊ quãando laſs
perdieron: luego fueron vencidos . E
deſsto cuenta Valerio en el ſsegundo li
bro al tercero capiítulo. Que Cornelio
cipion: priíncipe Romano: quando fue[col. B]
embiado a conquerir a Eſspaña: en a
quel punto que entro:  llego a la hue
ſste: fizo pregonar: que todas aquellas
coſsas que podrian ſser a deleyte de los
cuerpos:  a vicio de los ombres: fue
ſsſsen luego echadas de la hueſste. E eſstõon
ces fallo y muchos garçones muchoſs
ombres baldios ſsin pro ninguno:  to
dos los echo de la hueſste. Otroſsy fa
llo y muchas mugeres: todas las mãan
do echar de ſsu compañia. Aſsſsy que fue
ron luego echadas dende mas de dos
mill malas mugeres. E eſstonçes ellos
fincaron muy eſsforçados. Ca aſsſsy co
mo ante eſstauvan todos muy temeroſsos
con miedo de muerte: aſsſsy cobraron fu
erça coraçones:  tomaron con ſsigo vir
tudes:  a cometieron a aquellos fuer
tes muchos enemigos:  vencierõon los
todos: quemaron encendieron vi
llas lugares fuertes:  ſsubiuzgaron
a toda Eſspaña: la que ſse ante rebellauva
muy fuerte mente muy rezia mente con
tra ellos. E aqueſsto fue cauſsa: que el o
uieſsſse victoria: por el buen regimiento
gouvernamiento que ponia en todas
ſsus gentes reales: faziendo que todos
fueſsſsen muy bien apueſstos muy bien
armados:  animauva los mucho en la
guerra : Por que mucho eſsfuerça los co
raçones el capitan: quando en el punto
de la batalla les dize trae buenas ra
zones enxemplos de algunos ſsingu
lares varones: que mucho ouvieſsſsen bien
batallado conquerido. De quien a
rriba ya poſsimos aſsſsaz notableſs dichoſs
enxemplos.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.
T odo este capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos e mayor mente los que son para las armas, de su moçedat son de acostunbrar al vso delas armas. E esto por tres razones. La primera pone Vegecio enel libro dela cauallería, e es ésta: que aquellas cosas que comencamos de nuestra moçedat[fol. 393r] sienpre las amamos, e tomamos plazer enellas. E por ende, de su moçedat deuen ser acostunbrados los manébos que han de ser caualleros a uso de cauallería. Onde si el Rey quiere fazer sus çibdadanos16 buenos lidiadores, e silos quiere fazer bien aparejados para lidiar, deue antiçipar el tienpo del lidiar e non lo dexar passar. Ca segunt que dize Vegeçio , mejor cosa es que los mançebos tomen ante el tienpo para lidiar, que non que se duelan que el tienpo les sea passado. La ij° razón es por que el arte del lidiar es muy fuerte e muy graue de aprender. Ca si quier sean los lidiadores peones, si quier caualleros, a auentura se meten enla lid, si non saben el arte del lidiar. La iii° razón es por que muchas cabtelas son menester enlas lides e enlas batallas, las quales deuen ser apren[col. B] didas ante que vengan al menester delas armas, o ala neçesidat del lidiar. Ca muy grant locura es que entonçe aprenda el omne el arte del lidiar, quando viene al menester de la lid, e quando la vida delos omnes se pone a peligro de muerte. E por ende, los lidiadores de su moçedat se deuen poner al arte e al uso delas armas por que ayan espaçio de aprender todas aquellas cosas que son menester para lid. E por ende, todo rey o todo prínçipe que ha de auer guerras deue usar sienpre sus vassallos a obras de batallas e de cauallería.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.
Quanto a la segunda conclusión, conuiene de notar que por tres maneras de señales se pueden conoçer los buenos lidiadores, segunt que tres cosas son menester para la lid. La primera es que ellos sean muy osados e de grandes coraçones: e las señales para los conoçer son dos. La primera es si han los ojos bien biuos e bien despiertos. La segunda es si han la çeruiz bien derecha e non son coruados nin inclinados faza [sic] tierra,[fol. 393v] ca por estas dos cosas, segunt que dize Vegeçio , se conoçen los omes osados e de grandes coraçones. La ii° cosa es si los omes son fuertes e duros de cuerpo, e las señales para conoçer los son tres. La primera es si han las carnes duras; la ii°, si han los neruios muy espessos e rezios. La terçera, si han los muslos e los braços muy rezios, e muy fuertes. Ca segunt que dize el philósopho enel viij° de las Políticas, la arte del lidiar, e la çiençia de las letras han menester contrarias maneras, e contrarias condiciones enlos cuerpos. Ca lo subtiles para prender las sçiençias son aquéllos que han las carnes muelles e blandas, segunt que dize el philósopho en el ij° del Alma; mas todo el contrario es enel arte del lidiar. Ca los que han las carnes duras e los neruios espessos, e los[col. B] braços rezios, aquéllos son mejores para el arte del lidiar. La iij° cosa que es menester para la lit es que los omnes que son más semejantes alas bestias lidiadores son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas, e las señales para los conoçer son dos. La primera es auer grandes mienbros, e la segunda es auer los pechos anchos, así commo los canes e los osos que son bestias brauas e muy lidiadoras. E así los omes que los semejan en estas cosas son mejores para lid, que non los que non han estas condiçiones.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.
Onde por estas siete condiçiones que son ser los omes bien despiertos, e muy derechos enlos espinazos e enlas çeruizes, e bien duros enlas carnes e bien espessos los neruios, e muy duros los mulos [sic] , e si han luengos braços e muy rezios e anchos pechos e espessos,[fol. 394r]pueden los Reyes e los príncipes escojer los buenos lidiadores.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.
Mas aquí conuiene de notar que así commo estas condiçiones sobredichas les son menester quanto alos cuerpos, así les son menester otras siete quanto alas costunbres e alas almas. La primera es que non sean luxuriosos, nin carnales. Ca estos tales non son buenos para las armas, segunt que de sus prouamos, e por muchos enxemplos. La ij° es que non sean garganteros nin comedores: ca estos tales, quando non han conplimiento de viandas, luego falleçen, ca son tales commo los milanos e los cueruos, que quando non fallan carniça, todos andan desolados. Onde conuieneles de ser muy astinentes e muy sofridores de fanbres e de sedes, segunt que adelante prouaremos. [col. B] La iii° es que non sean delicados, nin se quieran tener viçiosos. Ca el tienpo de las guerras non es para viçio nin par delicamientos, segunt que dize Vejeçio. E prueva enel libro dela cauallería, que estos tales valen más para mugeres que para la lid. La iiij° es que non sean codiçiosos, ca si por auentura enla lid ouiessen codiçia de algos, poder los ýan engañar los enemigos, echándoles algo a que se abaxasen, e en que se ocupassen, e así podrían ser vençidos e perder los cuerpos e los algos. La quinta es que non sean Robadores nin malfechores, ca las malfetrías e los robos mucho enbargan las manos, e a éstos tales conprehende los dios, segunt que dize el sabio enlos Prouerbios. La vj° es que non sean peleadores nin mueuan entresí riesgos nin contiendas, ca por esta razón se podría desbaratar toda hueste, e esto es[fol. 394v]menester tan bien en tienpo de paz, commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat o todo regno se deffaze por discordia, segunt que dize monseñor enel Euangelio. La vij° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer las batallas, ca muchos fueron por esto vençidos, por que non guardaron en cómmo nin en quál tienpo auían de acometer sus enemigos. E por ende, todos deuen ser muy obedientos al prínçipe o al caudillo.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.
E el prínçipe deue ser muy ordenado en todas estas cosas, e muy sabio en manera que pueda a todos los lidiadores ordenar e traer a estas maneras. Onde dize Polícrato enel li°libro xij° capítulo, que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobre dichas, ca por qualesquier dellas pueden ser vençidos sus enemigos, e pone allí enx°enxenplo enlos[col. B]Romanos, que así fueron acostunbrados enestas sobredichas condiçiones, que por esso subjugaron a todo el mundo a su señorío, e quando las perdieron, luego fueron vençidos. E desto cuenta Valerio enel ij° li°libro iij° ca°capítulo, que Cornelio Çipión, prínçipe romano, quando fue enbiado a conquerir a españa, en aquél punto que entró e llegó ala hueste, fizo pregonar que todas aquellas cosas que podrían ser adeleyte delos cuerpos, e a viçios delos omes fuessen luego enchadas dela hueste. E entonçes falló ý muchos garçones e muchos omes baldíos e sin pro ninguno, e todos los echó dela hueste. Otrosí falló ý muchas malas mugeres, e todas las mandó echar de su conpañía: así que fueron echadas dende más de dos mill malas mugeres. E entonçes los que fincaron fueron efforçados, e asý commo ante estauan todos muy temerosos, con miedo de muerte,[fol. 395r]así cobraron fuerça e coraçones, e tomaron consigo virtudes, e acometieron a aquéllos fuertes e muchos enemigos, e vençiéron los, e quemaron e ençendieron villas e logares fuertes, e subjugaron a toda España, la que ante rebellaua muy fuerte mente contra ellos.
Ms. II/215 de la Biblioteca Real
tT odo este capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos, e mayormente los que son para las armas, de su mocedat son de acostunbrar al uso de las armas; et esto por tres rrazones. La primera pone Vegeçio en el libro de la cavallería. Et es ésta, que aquéllas cosas que començan los de nuestra moçedat sienpre las amamos, e tomamos plazer con ellas. Et por ende, en su moçedat deven ser acostunbrados los mançebos que an de ser cavalleros al uso de cavallería. Onde si el Rey[fol. 413r]quiere fazer sus çibdadanos buenos lidiadores, et si los quiere fazer bien aparejados para lidiar, conviene antiçipar el tienpo del lidiar, e non los dex a r pasar. Ca segund que dize Vegeçio , mejor cosa es que los mançebos tomen ante el tienpo para lidiar que non que se duelan que el tienpo les sea pasado. La ii° razón es por que el arte del lidiar es muy fuerte e muy grave de aprender. Ca si quier sean los lidiadores peones, si quier cavalleros, a aventura se meten en la lid, sy non saben el arte del lidiar. La iii° razón es por que muchas cabtelas son menester en las lides e en las batallas, las quales deven ser aprendidas ante que vengan al menester de las armas, o a la nesçesidat del lidiar. Ca muy grant locura es que estonçe aprenda el omne el arte del lidiar quando viene el menester de la lid; et quando la vida de los omnes se pone a peligro de muerte. Et por ende, los lidiadores de su moçedat se deven poner al arte e al uso de las armas, por que ayan espaçio de aprender todas aquellas cosas que son menester para la lyd. Et[col. B]por ende, todo Rey o todo prínçipe que ha de aver guerras deve usar sienpre sus vasallos a obras de batalla e de cavallería.
Ms. II/215 de la Biblioteca Real
Quanto a la ii° conclusión, conviene de notar que por tres maneras de señales se pueden conosçer los buenos lidiadores, segund que tres cosas son menester para la lid. La primera es que ellos sean muy osados e de grandes coraçones: e las señales para los conosçer son dos. La primera es si an los ojos bien bivos e bien despiertos. La ii° es si an la çerviz bien derecha, e que non sean corcobados nin inclinados fazia tierra. Ca por estas dos cosas, segund que dize Vegeçio , se conosçen los omnes osados e de grandes coraçones. La ii° cosa es si los omnes son fuertes e duros de cuerpo, e las señales para conosçerlos son tres. La primera es sy an las carnes duras. La ii°, si an los nervios muy espesos e rezios. La iii°, sy an los muslos e los braços muy rezios e muy fuertes. Ca segund que dize el philósopho en el ochavo de las Políticas, la arte del lidiar et la çiençia de las letras an menester contrarias maneras, e contrarias condiçiones en los cuerpos. Ca los sotiles para aprender las[fol. 413v]çiençias son aquellos que an las carnes muelles e blandas, segund que dize el philósopho en el ii° del alma, mas todo el contrario en el arte del lidiar. Ca los que an las carnes duras e los nervios espesos e los braços rezios, aquéllos son mejores para el arte del lidiar. La iii° cosa que es menester para la lid es que los omnes que son más semejantes a las bestias lidiadores son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas. Et las señales para los conosçer son dos. La prymera es aver grandes mienbros. Et la ii°, aver los pechos anchos, así commo los caanes [sic] e los osos, que son bestias bravas e muy lidiadoras. Et asý los omnes que les semejan en estas cosas son mejores para lid que non los que non an estas condiçiones.
Ms. II/215 de la Biblioteca Real
Onde por estas siete condiçiones que son ser los omnes bien despiertos, e muy derechos en los espinazos, e en las cervizes, e bien duros en las carnes, et bien espesos los nervios e muy duros los muslos, e si han luengos braços e muy rezios e anchos pe[col. B]chos e espesos, pueden los Reyes e los prínçipes escogerlos buenos lidiadores.
Ms. II/215 de la Biblioteca Real
Mas aquí conviene de notar que asý commo estas condiçiones sobredichas les son menester quanto a los cuerpos, así les son menester otras siete, quanto a las costunbres e a las armas. La primera es que non sean luxuriosos, nin carnales. Ca estos tales non son buenos para las armas, segund que de sus provamos, et por muchos enxenplos. La ii° es que non sean garganteros, nin comedores. Ca estos tales, quando non an conplimiento de viandas, luego fallesçen. Ca son tales como los milanos e los cuervos que quando non fallan carniça, todos andan desalados. Onde convieneles de ser muy astinentes e muy sofridores de fanbres e de sedes, segund que adelante provaremos. La iii° es que non sean delicados nin se quieran tener viciosos. Ca el tienpo e las guerras non es para viçios nin para delicamientos, segund que dize Vegeçio : e prueva en el libro de la cavallería, que estos tales valen más para mugeres que para la lid. La iiii° es que non sean cobdiçiosos. Ca sy por[fol. 414r]aventura en la lid oviese cobdiçia de algos, poder los ýan engañar los enemigos, echándoles algo a que se abaxasen, e en que se ocupasen, e así podrían ser vençidos, e perder los cuerpos e los algos. La es que non sean robadores tiranos, nin mal fechores. Ca las mal fetrías e los Robos mucho enbargan las manos, e a estos tales conprehendelos Dios, segund que dize el sabio en los proverbios. La vi° es que non sean peleadores nin buelvan entre ellos griesgos nin contiendas, ca por esta razón se podría desbaratar toda hueste. Et esto es menester tan bien en tienpo de paz commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat e todo Regno se desfaze por discordias, segunt que dize nuestro señor en el Evangelio36. La vii° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer las batallas: ca muchos fueron por esto vençidos, por que non guardaron cómmo nin en quál tienpo avían de acometer sus ene[col. B]migos. Et por ende, todos deven ser muy obedientes al prínçipe o al cabdillo.
Ms. II/215 de la Biblioteca Real
Et el prínçipe deve ser muy ordenado en todas estas cosas, e muy sabio en manera que pueda a todos los lidiadores ordenar e traer a estas maneras. Onde dize Polícrato en el quinto libro a los xii capítulos que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobredichas. Ca por quáles quier dellas pueden ser vençidos sus enemigos. Et pone allí enxenplo en los romanos, que así fueron acostunbrados en las sobredichas condiçiones que por eso sujudgavan a todo el mundo a su señorío. E quando las perdieron, luego fueron vençidos. Et desto cuenta Valerio en el ii° libro, al iii° capítulo, que Cornelio Çipión, prínçipe Romano, quando fue enbíado a conquerir a España, en aquél punto que entró e allegó a la hueste, fizo pregonar que todas aquellas cosas que podríen ser a deleyte de los cuerpos e a viçio de los omnes fuesen luego echadas de la hueste. Et estonçe falló ý muchos garçones e muchos[fol. 414v]omnes baldíos e syn pro ninguno, e todos los echó de la hueste. Otrosí falló ý muchas mugeres: todas las mandó echar de su conpañía, así que fueron luego echadas dende más de dol mill malas mugeres. Et estonçe ellos fincaron muy eforçados: ca commo ante estavan todos muy temerosos, con miedo de muerte, así cobraron fuerça e coraçones, e tomaron consigo virtudes, e acometieron aquellos fuertes e muchos enemigos, e vençiéronlos, e quemaron e ençendieron villas e lugares fuertes, e sujudgaron a toda España, la que ante rebellava muy fuertemente contra ellos.
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.
e n el iii° capítulo, do muestra en quál hedat son los mançebos de acostunbrar a las armas et a las obras de batalla, e por quáles señales se pueden conosçer los buenos lidiadores, conviene de notar que todo este capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos, mayormente los que son para las armas, de su moçedat son de acostunbrar a l uso de las armas: e esto por tres rrazones. La primera por Vejeçio en el libro de la cavallería, es ésta: que aquellas cosas que començamos de nuestra moçedat, sienpre las amamos, e tomamos plazer conellas. E por ende, de su moçedat deven ser acostunbrados los mançerbos que han de ser cavalleros a bso de cavallería; onde el que quisiere fazer buenos sus çibdadanos, e los quisiere fazer aparejados para lidiar, deve anteçipar el tienpo del lidiar, e non lo dexar pasar: e segunt que dize Vejeçio, mejor cosa es que los mançebos tomen ante el tienpo para lidiar, que non se duelan quel tienpo les sea pasado. La segunda rrazón es por quel arte del lidiar es muy fuerte e muy grave de aprender. Ca si quier sean los lidiadores peones, si quier cavalleros de abertura e se meten en la lid, si non saben el arte del lydiar,[col. B]pueden se perder. La iii° razón es que muchas cautelas son de menester en las lydes e en las batallas: las quales deven ser aprendidas ante que venga el menester de las armas, o la neçesidat del lidiar. Ca muy grant locura es que entonçe aprenda el omne el arte del lidiar, quando biene el menester de la lid, e quando la vida de los omnes se pone a peligro de muerte, e por ende, los lidiadores de su moçeda¿ d?43 se deven poner al arte e al uso de las armas, por que ayan espaçio de aprender todas las cosas que s on menester para la lid. Et por ende, todo rrey o todo prínçipe que han de aver guerra deven usar sienpre sus vasallos a obras de batallas e de cavallería.
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.
Quanto a la segunda conclusión, conviene de notar que tres maneras de señales se pueden conosçer los buenos lidiadores, segunt que tres cosas son menester para la lid. La primera es que ellos sean muy osados e de grandes coraçones: e las señales para los conosçer son dos. La primera es si han los ojos bien bivos e bien despiertos. La segunda es si han la çerviz bien derecha, e non son enclinados nin encorvados fazia tierra: ca por estas dos cosas, segunt que dize Vejeçio, se conoçe los omnes osados e de grandes coraçones. La segunda cosa es si los omnes son fuertes e duros de cuerpos: las señales para conosçer los son tres. La primera es si han las caras duras; la segunda es si han los nervios muy espersos e muy rrezios. La terçera es si han los muslos e los braços muy rrezios e muy fuertes, ca segunt que dize el filósofo en el viii° de las Políticas, la arte del lidiar e la çiençia de las letras han menester contrarias maneras e contrarias condiçiones en los cuerpos: ca los sçotiles para aprender las çiençias son aquellos que han las carnes muelles e blandas, segunt que dize el filósofo en el segundo del alma: mas todo el contrario es en la arte del lidiar, en los que han las carnes rrezias e los mienbros espesos e los braços rrezios: aquéllos son menester para la arte del lidiar. La terçera cosa que es menester para la lid, que los omnes que son más semejantes a las bestias lidiadoras son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas. E las señales para los connoçer son dos. La primera es aver grandes mienbros, e la segunda, aver los pechos anchos, así commo los han los leones e los osos, que son bestias bravas e muy lidiadoras. E así, los omes que les semejan en estas cosas son mejores para la lid que los que non han estas condiçiones
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.
Onde por estas siete condiçiones, que son ser los omnes bien espiertos e muy derechos en los espinazos e en la çerviz, et bien duros en las carnes e bien espesos en los mienbros e muy duros en los muslos, e si han duros los braços e muy rrezios e ancos e los pechos espesos, pueden los rreyes e los prínçipes escoger buenos lidiadores.
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.
Mas aquí conviene de notar que así commo estas cosas sobre dichas les son menester quanto a los cuerpos, así les son menester otras siete quanto a las costunbres e quanto a las almas. La primera es que non sean mucho loxuriosos nin carnales, ca estos tales non son buenos para las armas, segunt que de suso44 provamos por dichas rrazones por muchos exenplos. Lo segundo es que non sean garganteros nin comedores: ca estos tales quando non han conplimiento de viandas, luego falleçen, que son talescommo los milanos e commo los cuervos, que quando non fallan carniça, todos andan desalados: onde conviéneles de ser muy abstynentes e muy sofridores de fanbres e de sed, segunt que[fol. ]adelante provaremos. Lo iii° es que non sean delicados, nin se quieran tener viçiosos: ca el tienpo de las guerras non es para viçios, nin para deleytamiento, segunt que dize Vegeçio. E prueva en el libro de la cavallería que estos tales non valen más que mugeres para lid. La iiii° es que non sean cobdiçiosos, ca si por abentura en la lid oviesen cobdiçia de algos, poder los yan engañar en que se ocupasen; e así podrían ser bençidos e perder los cuerpos e los algos. La v°, que non sean rrobadores nin mal fechores, ca las mal fetrías e los rrobos mucho enbargan las manos, et a estos tales conprehendelos Dios, segunt que dize el Sabio en los Proverbios.La vi°, que non sean peleadores, nin muevan entre griesgos e contiendas. Ca por esta rrazón se podría desbaratar toda hueste: e esto es menester tan bien en tienpo de paz, commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat e todo rreyno se faze por discordias, segunt que dize nuestro señor Jesú Cristo en el Evangelio. La vii° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer sus enemigos: e por ende, todos deven ser muy obedientes al prínçipe o al cabdillo.
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.
E el prínçipe deve ser ordenado en todas estas cosas, e muy sabio en manera que pueda todos los lidiadores ordenar, e traer a estas maneras. Onde dize Polícrato en el libro, capítulo xii, que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobre dichas: ca por qual quier dellas pueden ser vençidos de sus enemigos. Et pone allí exenplo en los rromanos, que así fueron acostunbrados en estas sobredichas condiçiones, que por eso sobjudgaron a todo el mundo a su señorío: e quando las perdieron, luego fueron vençidos. Et desto cuenta Valerio en el ii° libro, cap° iii, que Cornelio Çipión, prínçipe rromano, quando fue enbiado a conquerir a España, en aquel punto que llegó a la hueste fizo pregonar que todas aquellas cosas que podían ser a deleyte de los cuerpos e a biçio de los omnes fuesen luego echadas de la hueste: entonçe falló ý muchos garçones e muchos omnes baldíos syn pro ninguno, e todos los echó de la hueste. Otrosí falló ý muchas malas mugeres, e todas las mandó echar de su conpaña: así que fueron echadas dende más de dos mill personas de malas mugeres: entonçe fueron muy efforçados: así commo de ante estavan muy temerosos por miedo de muerte, así cobraron fuerça e coraçones, e tomaron consigo virtudes, e acometieron aquellos fuertes a muchos enemigos: e vençieronlos, e quemaron e ençendieron villas, e lugares fuertes: e sobjudgaron a toda España, la qual ante rrevelava muy fuerte mente contra ellos.
Ms. 482/2 de la Bibliothèque de la Rosenbach Foundation.
Saber devedes que todos esta capítulo está en dos conclusiones. La primera es que los mançebos, mayor mente los que son para armas, de su moçedat son de acostunbrar al uso de las armas, es esto por tres razones. La primera pone Vegeçio en el libro de la cavallería, e es esta: que aquellas cosas que començamos de nuestra moçedat sienpre las amamos, e tomamos plazer con ellas. E por ende, su moçedat deven de ser acostunbrados los mançebos, que han de ser cavalleros a uso de cavallería. Onde sy el rey quisiere fazer sus çibdadanos buenos lidiadores, e sy los quiere dazer bien aparejados para lidiar, deve antiçipar el tienpo de lidiar, e non lo dexar pasar. Ca segund que dize Vegeçio , mejor cosa es que los mançebos tome el tienpo ante para lidiar, que non que se duelan que el tienpo sea pasado. La ii° razón es por quel el arte de lidiar es muy fuerte e muy grave de aprender, ca quier sean los lidiadores peones, sy quier cavalleros, a aventura se meten en la lid sy non saben el arte de lidiar. La iii° razón es por que muchas cabtelas son menester en las lides e en las batallas, las quales deven ser aprendidas antes que venga el menester de las armas, e la neçesydat de lidiar. E muy grave locura es que estonçe aprenda el omne el arte de lidiar quando viene el menester de la lid, e quando la vida de los omnes se poner a peligro de muerte; e por ende los lidiadores de su moçedaX se deven poner al arte e al uso de las armas, por que ayan espaçio de a[col. B]prender todas aquellas cosas que son menester para lidiar. E por ende, todo rey o todo prínçipe que ha de aver guerras dever usar syenpre sus vasallos a obras de batallas e de cavallería.
Ms. 482/2 de la Bibliothèque de la Rosenbach Foundation.
Quanto a la segunda conclusión, conviene de notar que por tres maneras de señales se deven conosçer los buenos lidiadores, segund que tres cosas son menester para la lid. La primera, que ellos sean muy osados e de grandes coraçones, e las señales para los conosçer son dos. La primera es sy han dos ojos bien bivuos e bien despiertos. La ii°, sy han las çerviz bien derecha, e non son corvados nin ynclinados fazia tierra: e por estas dos cosas, segund que dize Vegeçio , se conosçen los omnes osados, e de grandes coraçones. La ii° cosa es sy los omnes son fuertes e duros de cuerpos, e las señales para conoçerlos son tres. La primera es: sy las carnes han duras. La ii°, sy han los niervos muy espesos, e la iii° sy han los muslos e los braços muy rezios e muy fuertes. Ca segund que dize el philósopho en el viii° de las Políticas, la arte de lidiar e la çiençia de las letras han menester contrarias maneras e contrarias condiçiones en los cuerpos, ca los sótiles para aprender las sçiençias son aquellos que han las carnes muelles e blandas, segund que dize el poeta en el segundo del alma; mas todo el contrario es en el arte del lidiar. Ca los que han las carnes duras e los nerviuos espesos e los bracos rezios, aquellos son mejores para la arte del lidiar. La iii° cosa es que es menester para la lid el que los omnes que son más semejantes a las bestias lidiadores, son mejores para la lid que los que semejan a las bestias temerosas. E las señales para los conosçer son dos. La primera es aver grandes mienbros. La ii°, aver los pechos anchos, ansý commo los han los leones e los osos, que son bestias bravas e muy lidiadores. E asý los omnes que les semejan en estas cosas son mejores para la lid que los que non han estas condiçiones.
Ms. 482/2 de la Bibliothèque de la Rosenbach Foundation.
Onde por estas syete condiçiones que son los omnes bien despiertos e muy derechos en los espinazos e en las çervizes e bien duros en las carnes e bien espesos en los nervios e muy duros en los muslos e sy an luengos braços e muy rezios e anchos pechos e espesos, pueden los reyes e los prinçipes escoger los buenos lidiadores.
Ms. 482/2 de la Bibliothèque de la Rosenbach Foundation.
Mas aquí conviene de notar que asý commo estas condiçiones sobre dichas les son menester quanto[fol. ]a los cuerpos, asý les son menester otras syete quanto a las costunbres, e quanto a las almas. La primera es que non sean luxuriosos, nin carnales, ca estos tales non son buenos para las armas, segund que de suso provamos por muchas razones, e por otros enxenplos. La ii° es que non sean garganteros, nin comedores, ca estos tales quando non han conplimiento de viandas, luego falleçen, ca son tales commo los milanos e los cuervos, que quando non fallan qué comer, todos andan desalados. Onde conviéneles de ser muy abstinentes e muy sofridores de fanbres e de sedes, segund que adelante provaremos. La iii° es que non sean delicados, nin se quieran tener viçiosos, ca el tienpo de las guerras non es para viçios, nin para delicamientos, segund que dize Vegeçio : e prueva en el primero libro de las cavallerías, que estos tales non valen mas que mugeres para la lid. La iiii° razón es que non sean cobdiçiosos, ca sy por aventura en la lid oviesen cobdiçia de algos, podríanlos engañar los enemigos, enchándoles algo en que se abaxasen, en que se ocupasen e asý podrían ser vençidos, e perder los cuerpos e los algos. La v°, que non sean robadores, nin mal fechores, ca las mas fetrías e los robos mucho enbargan las manos, e a estos tales conprehéndelos Dios, segund que dize el sabio en los Proverbios. La vi° es que non sean peleadores nin muevan entre riesgo nin contiendas, ca por esta razçon se podría desbaratar toda hueste, e todo es menester tanbién en tienpo de paz commo en tienpo de guerra. Ca toda çibdat e todo reyno se desfaze por discordias, segund que dize nuestro Señor en el Evangelio. La vii° es que non sean los lidiadores presuntuosos en acometer las batallas, ca mucho fueron por esto vençidos, por que non se guardaron en cómmo e en quál tienpo avían de acometer sus enemigos. E por ende, todos deven ser muy obedientes al prínçipe o al cabdillo.
Ms. 482/2 de la Bibliothèque de la Rosenbach Foundation.
El prínçipe deve ser muy ordenado en todas estas cosas, e muy sabios en manera que puedan todos los lidiadores ordenar e traer a estas maneras. Onde dizen el Polícrato en el libro, xii° capítulo, que de ligero se puede vençer la hueste que non ha estas condiçiones sobredichas, ca por qual quier dellas pueden ser vençidos de sus enemigos. E pone allí enxenplo en los Romanos, que asý fueron acostunbrados en estas[col. B]condiçiones sobredichas, que por esto sojudgaron a todo el mundo a su señorío, e quando las perdieron, luego fueron vençidos. E desto cuenta Valerio en el segundo libro, capítulo iii°, que Cornelio Çipión, prínçipe romano, quando fue enbiado a conquerir a España, en qual punto entró y llegó a la hueste, y fizo pregonar que todas aquellas cosas que podían ser a deleyte de los cuerpos e a viçio de los omnes, que fuesen luego echados de la hueste, e estonçes falló ý muchos garçones e muchos omnes baldíos, e syn pro ninguno, e todos los echó de la hueste. E otrosý falló ý muchas malas mugeres, e todas las mandó echar de su conpaña: asý que fueron luego echados dende más de dos mill malas mugeres: estonçes los que fincaron fueron muy esforçados, ca asý commo ante estavan todos muy temerosos, con miedo de muerte, asý cobraron esfuerço e coraçones, e tomaron consygo virtudes, e cometieron aquellos fuertes e muchos enemigos, e vençieronlos, e quemaronlos, e ençendieron villas, e lugares fuertes, e sojudgaron a toda España, la que ante revellava muy fuertemente contra ellos.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.
A
quií comȷiença la iiȷ̃iªiiȷ̃iª parte deſted’este ter
çero lȷibro, en que mueſstra en coómo
ſse ha de gouernar el Rregno e la çib
dat en tpõtiempo de gueɼɼrra.
Ms. 2097 de la Bibliothèque générale de Salamanque.

Capiítulo
¿ primero ? E contie
ne xxȷiȷiȷi capiítulos
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.
Comȷienca la terçera parte del terçero libro
en que ha · xxiiȷi· capítulos· .
Ms. K.I.5 de la Bibliothèque de El Escorial.

Capítulo primero en que mueſstra en comõmmo ſse
ha de gouernar el ɼregno e la çibdat en [FAIRE]tiempo de guerra· .
Ms. 332/131 de la Bibliothèque Universitaire de Séville.
aqui comȷiença la terçera parte del
terçero lȷibro poſstrimero e cõontiene
en ſsy veynte e doſs capítulos
Ms. 332/131 de la Bibliothèque Universitaire de Séville.

capítulo p̃mprimero